EN MI SUEÑO
Las manos son lo último que envejece, sus manos no envejecen nunca.
Cruzó la puerta, No quiso verme a la cara,
de seguro miró mi espalda llena de nudos, se sorprendió
por el largo de mi pelo, quiso acercarse a tocarlo pero le dió pudor,
sopló el viento, las chapas en el techo empezaron a moverse.
Últimamente el frío en mis manos,
me preocupa,
el color de mi sexo,
verde esmeralda brillante,
me bajé la pollera.
Hace tiempo no soñaba.
Me quedé con la sensación de que lo tendría que haber saludado,
pero lo que era mío ya no estaba en su cuerpo, fue curioso.
La lluvia liquidó la fiesta, nos tuvimos que ir,
mis manos ya no debían secar
las gotas que se desaguan por los techos,
mi preocupación estaba puesta en cómo llegar a mi casa, la nueva.
De repente estaba arriba, en un arriba desconocido para mí,
tenía que bajar una escalera terriblemente empinada,
temí resbalar, me saqué el bolso y los zapatos, transpiré,
el sudor era el mismo del primer día de escuela,
cuando dicen tu nombre y enseguida te ubican en la fila,
y la maestra dirige las dos hileras hacia el aula,
y los padres, cada vez más chiquitos
saludan desde el mástil.
Voy a aprender el abecedario,
a izar banderas,
a escribir mi nombre en los libros,
voy a manchar los bolsillos con tinta.
