domingo, mayo 25, 2008



Abstracta en el vértice,
los estantes no me sostienen,
los cajones me hacen llorar.
¿quién dijo que debemos salvarnos?
Siempre estoy a punto de llegar al borde
De algo que no entiendo
No sé si es una bomba a punto de Estallar
O el vientre de mi madre.
Las manos quieren ser cuerdas de gelatina
o de papel, pero son espías y están atadas,
atadas a esa figura que no entiendo bien
si soy yo, vos ó mi padre.
Sucede esta noche
Otra vez hacer fuerza desde la entraña
Intentar que este viento no me entre
a los Galpones donde hace frío
Y se escuchan
Gritos, pelados.
Qué cristal
la médula tibia del fuego,
El fragmento de topo,
La firmeza del vidrio por el cual miro el gesto.
La fibra inerte se desprendió del hueso,
Quedó calvo el fémur y los maxilares
Quedó limpio.

En consecuencia

Te subís la corbata y cantas:
-la miel margarita, quiero beberte!
Y ella
vuelca el Florero para que comas
mientras Absorbe con los ojos el agua,
Nunca tanto placer.
Los ladrillos se desarman en Amapolas y él
la toca para que de sus brazos salgan
las libélulas y los girasoles.
Él,
río de su garganta devora el nido.
Ella,
en lo cóncavo, observa con las rodillas dobladas

intentando no se le note el pulpo en la vagina.
Sobre el banco de plaza
él decidió penetrar la humedad, y las hojas
en el piso comenzaron a volar
Como pedazos de Porcelana.


Humedecerte las manos, apenas un poco, darte quiero
llevarme tu piel, rastrillarla, armar canaletas,
no sé nadar pero respiro bajo el agua.

Son las ganas de humedad, te ves tan gracioso con
ese durazno en la cabeza, me haces reír, sacá las manos
de los bolsillos, Ay! Madre de Dios!, dónde se vio
que un hombre actúe así con una mujer,
Te voy a violar, voy a retorcer y apretar las uvas
y después nadar en el jugo violeta.


Parte de la cara es tierra,
este gusano se mete en el corazón, y presiona.

entonces
él se peinó el mundo y comió las flores,
fueron felices, por un rato.

Qué distancia.
Lo minúsculo del hueso
Entre toneladas de dientes
Observo si todavía queda
Alguno de leche.

Él la comparó con lo que había soñado de ella y no estaba tan errado, pudo mantenerla limpia, solo su cuerpo encarnado en el terciopelo, su cáscara.
El viento en sus ojos le movió los párpados y volaron como mariposas, se le fueron de la cara.
Ahora Él sostiene el cuerpo muerto, parece una montaña.
Ella guarda secretos escondidos En el pelo
por eso después de las cañerías él se lo seca con la toalla.
Cuando cuelgan las campanas
Parte de mí
Quiebra
las semillas de la sandía
Hacen nido en mi cuello
a veces cuando
me sacuden los desiertos

Yo no río.
Me da fobia el grillo por eso
Lo guardo en mi axila, en la alfombra de
mi axila cuadrada y sin estrella.

Como el hambre comenzó el deshielo
cantó el cordero su saludo.
Vuelve la pasta agria
Otra vez a
soplar la sopa a
limpiar los platos,

El aliento del loco me empaña
¡qué despecho!


Dónde hay que
Soplar la aguja para hilvanar las partes
El puño la cartera la espalda
Todo se me separa.
Ya no importa que se escape algún astronauta del huevo,
yo sólo quiero Ver
la distancia entre las rocas sobre el mar
Esquivar la corriente de antílopes y pescar
Algún pececito de color salmón.
Qué despacio se acerca a tocar mi ombligo tu lengua,
La espuma cristalina de tu lengua.
Pájaro de buen augurio,

brillan tus dedos cuando los metes en mi boca.
El libro azul y sus piernas
y el respiro de la gota que surge
libre
Como el vapor de las ollas.
No es vano
El sacrificio diario, el enjuagarse
La boca, no es vano Pensar
en estas cosas, llorar en la memoria
De la sangre que pierdo.
No es en vano el encanto que siento
Por esos juguetes que giran y derraman
Colores con los que pinto
Las baldosas y los charcos,
Y las piedras, tan pendientes
De la estrella vecina
De esa gota pequeñita que despido con la mano
La sujeto con el dedo cuando
Baja
Por el abanico de mi sexo
Y los muslos.
Paréntesis
Las cosas ya no son enfermas,
Las células reposan
Sobre la arena, las células
Tienen un sudor a
Credo,
a ramificación de cruces,
al ruedo de una falda violeta.