martes, febrero 14, 2006

ALGUIEN SE DISTRAE

En esa abertura ínfima donde alguien
mete la llave y entra
transpirando cuerpos anteriores a la crucifixión,
en la boca que trepa a la mano,
en las aletas de las ballenas que se pusieron panza abajo,
en lo simbólico de la palabra,
alguien se distrae.

En ese círculo celeste donde
desplegamos el mantel y cortamos
el pan, en la ausencia de
los objetos de mi cuarto
oscuro
el manequi me tiembla de trajes,
los cordones umbilicales se enredan
entre las ventanas;
alguien se distrae.

En la jactancia de mis dedos
en los pasillos
en los bebederos
en los brazos de mi hijo mogólico
alguien se distrae.

En los percheros donde cuelga mi baba
no hay sostén
en las vanidades
en las proporciones exactas
en la boca que pide otro trago
en la garganta que traga :
alguien se distrae.
Cierro los ojos
abro la puerta
y en mis polleras no
me pasan las eternidades
no
me siguen las aureolas boreales.
En los hospitales
en la mano que escribe a oscuras
en la cruz obtusa de mis piernas
escucho:
alguien se distrae.


De mañana las sillas son leonas blancas.
Escribo como si estuviese escribiendo un ciego.


Habrá algún náufrago observando
la rendición de las palmeras?

En tono de cumplimiento
yo
sentada en una silla
frente al público
lo siento.
Alguien se distrae.



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Desnuda,
con la desnudez de la luz

que deshollina y se desenrolla
reflota
nómada sobre el prado,
atravieso el llano despliegue
de mi naturaleza.
Gozo en el ojo que me mira mirra
y pese a que la ropa

chorrea del placard
y las velas velan
los muertos aún no nacidos,
veo las olas surgir dentro mío
como pinceladas de óleo puro.
Despreocupada y desnuda
resueno el océano,

sobrevolando
los rieles de la amnesia...
ya me recuerdo.

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Siempre dormí contra las paredes,
casi muda,
en un absurdo resguardo del viento.

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SELLADO



A la sombra

de los ojos

de los muertos

sin batallas por delante

están aún latiendo

lenguas

migas de una enorme canasta.

Sólo se ven

lomos de un arrobamiento,

golpe de un sello

aplicado sobre las piedras.

Oliendo en la tierra sus gemidos

se apaga,

seco y fuerte,

un clavel.